Quizás, el primer ejercicio que debería plantearse un ahorrador, a la hora de decidir el destino de su inversión, sería definir con precisión qué riesgo está dispuesto a asumir, o dicho de otro modo, qué nivel de beneficio/pérdida espera aplicar a dicha inversión. En el perfil riesgo/rentabilidad afectan, entre otros factores, la edad, la psicología de la persona, el periodo decidido para la inversión y la cantidad de renta disponible para el ahorro.
Es importante definir el plazo de vigencia de la inversión. Como se ha demostrado en distintos estudios sobre distintos mercados, incluido el español, la Bolsa a largo plazo es una inversión rentable y segura. Para periodos suficientemente largos, de 10 años en adelante, una cartera diversificada de acciones ofrece rentabilidades superiores a las de cualquier otro activo financiero.
Cómo invertir
La decisión de inversión no sólo debe seleccionar qué, cuándo y cuánto vamos a invertir sino también identificar el canal más adecuado para realizarla.
La forma más directa de acceder a la Bolsa es a través de los llamados miembros del mercado. Estos intermediarios, especializados en la inversión bursátil, son los únicos que pueden comprar y vender directamente en Bolsa.
Otras entidades financieras tienen capacidad para administrar valores, gestionar carteras o tramitar órdenes hacia los miembros del mercado, pero no para intermediar directamente en el mercado. Los Bancos y Cajas de Ahorro son las entidades que, dada su amplia red de oficinas, están en contacto directo con un mayor número de inversores. También otros intermediarios, como las Sociedades Gestoras de Carteras y los Corredores de Comercio, pueden recibir órdenes de clientes y transmitirlas a los miembros de mercado para su ejecución. El primer paso que debe dar un inversor es entrar en contacto con alguno de estos intermediarios y abrir una cuenta de valores. A través de esta cuenta se administrará la cartera de valores del inversor (compraventas, suscripciones, dividendos, asistencia a Juntas, etc.). Asociados a esta cuenta se producirán los necesarios movimientos de efectivos que acompañan las operaciones de mercado.
Cuando el inversor suscriba el contrato de apertura de esta cuenta, deberá cerciorarse de las comisiones que le serán de aplicación y del ámbito de servicios contenidos en su relación con el intermediario ( tipo de órdenes, forma de trasmitir esas órdenes: internet, teléfono, etc).
Al margen de la mera administración de los valores, el inversor puede desear un nivel de asesoramiento superior, por lo que los intermediarios ofrecen la posibilidad de suscribir contratos de gestión a través de los cuales el intermediario decidirá la compra o venta de valores concretos en función del comportamiento del mercado y de las pautas de inversión establecidas por el cliente. Naturalmente, esta gestión supone unas comisiones mayores que la simple administración o custodia de los valores.
El cliente debe recibir el detalle de las operaciones ejecutadas, derechos económicos devengados por sus valores, operaciones financieras que afecten a los mismos, composición y valoración trimestral y anual de la cartera.
Una vez abierta la cuenta de valores y provisionado el efectivo suficiente, el cliente podrá emitir las órdenes de compra y venta pertinentes. Las órdenes deben caracterizarse por su claridad y han de contener siempre una serie de condiciones: identificación del inversor y la clase de valor, sentido de la orden (compra o venta), plazo de vigencia de la misma, precio y volumen de ejecución. Si el cliente no especifica otra cosa, se entenderá que la compraventa ha de realizarse al mejor precio disponible en ese momento en el mercado y que la vigencia de la orden se prolonga hasta el final de la sesión en curso.
Una vez formalizada la orden se desencadena un proceso de ejecución y confirmación extraordinariamente rápido. La tecnología actual permite que cualquier inversor, con independencia de su emplazamiento geográfico, tenga las mismas oportunidades de acceder al mercado. Los sistemas de encaminamiento de órdenes instalados por las Sociedades y Agencias de Valores y la mayoría de los intermediarios financieros restantes harán llegar los datos de la orden al operador del mercado continuo en cuestión de segundos. A su vez, éste validará los datos e introducirá la orden en el SIBE, donde se cruzará con otra orden de signo contrario en décimas de segundo, desencadenando el flujo inversor de información a través del cual el inversor verá confirmada su operación. En los valores del mercado continuo, toda la operación no llevará más de unos cuantos segundos, siempre que el inversor esté dispuesto a comprar o vender al precio disponible en ese momento en el mercado.
Inmediatamente después de la ejecución de las operaciones, el intermediario preparará los datos necesarios para la liquidación de la operación. La liquidación es el proceso de intercambio de valores y efectivo que sigue a toda operación de mercado. Todos los datos de contratación, junto con las instrucciones de liquidación oportunas son trasladadas desde la Bolsa a IBERCLEAR, entidad que se ocupa del registro de valores y liquidación operaciones bursátiles. Esta entidad se encargará de comprobar con todos los participantes en el sistema de liquidación (Sociedades y Agencias de Valores, Bancos y Cajas de Ahorro) la conformidad de los datos de liquidación. A continuación asentará los valores en la entidad designada por el cliente y emitirá las instrucciones para que se carguen o abonen los efectivos correspondientes en las cuentas que las entidades tienen abiertas a tal efecto en el Banco de España.
A partir de este análisis, preferentemente con la ayuda de un profesional, el inversor debe decidir que productos compondrán su cartera y en que proporción, para que su inversión se ajuste a su perfil.
Afortunadamente, en el mercado de valores español se pueden encontrar una gran variedad de productos y valores, lo que garantiza la posibilidad de conseguir una combinación de ellos que cubra nuestras expectativas de inversión.
Algunos de los productos de inversión más populares en el mercado son: las acciones, participaciones en fondos de inversión, bonos, letras y otros activos de renta fija.
Una de las premisas básicas en la elección de los productos y valores de nuestra cartera es la diversificación, es decir, no concentrar en uno o pocos valores nuestra inversión.
Asimismo, es importante tener en cuenta la liquidez de la inversión, ya que no todos los productos ni valores tienen la misma posibilidad de ser vendidos cuando así lo desee el inversor. La liquidez de un valor depende de su frecuencia y volumen de contratación, un valor será más líquido cuantas más sesiones cotice y más volumen de transacciones y efectivo realice en el mercado.
Otro aspecto fundamental a tener en cuenta por el inversor es el trato fiscal que tenga la inversión. En general, la inversión en Bolsa cuenta con un trato fiscal ventajoso siempre que sea enfocada a largo plazo. Consulte la siguiente guía:
El coste que debe asumir un inversor cuando realiza una compraventa bursátil en el mercado español está gravada con tres tipos de costes: las comisiones que la entidad o entidades intermediarias utilizadas por el inversor apliquen, los cánones de contratación de la Bolsa y los cánones de liquidación de IBERCLEAR. Adicionalmente, hay que tener en cuenta también los gastos de custodia o administración de los valores que también genera el pago de comisiones al intermediario que los gestiona.
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Costes de intermediación
Desde el 1 de enero de 1992 las comisiones aplicadas por todos los intermediarios bursátiles son libres y negociables.
La normativa vigente obliga a los intermediarios a exhibir al público sus tarifas y a remitirlas a la CNMV. Por lo tanto el inversor tendrá claro, desde el primer momento, qué costes le supone invertir en Bolsa.
Como norma general, para los inversores particulares, este coste de intermediación oscila entre un 0,2 y un 0,3% del efectivo de cada operación y está entre los más baratos del mundo. Lógicamente, el volúmen de operaciones y la cantidad de efectivo son variables que pueden reducir sensiblemente estas comisiones.
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Cánones de contratación de la Bolsa
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Las comisiones de administración o custodia de valores que la Sociedad, Agencia o Banco donde esté abierta la cuenta de valores girarán al inversor suelen oscilar entre el 0,15 y el 0,25% anual sobre el nominal de los valores custodiados. A esto se añaden algunos gastos adicionales por operaciones concretas como el cobro de dividendo, la suscripción de nuevos valores, conversión de obligaciones, etc.
Todos estos costes han de estar claramente especificados en el contrato de administración o depósito, que el cliente haya acordado al momento de abrir la cuenta de valores.
Los tipos de órdenes que podrá cursar un inversor al Mercado Continuo son:
- En función del precio:
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Ordenes limitadas: son las propuestas de compra o venta introducidas con un precio límite. Las propuestas de compra limitadas no se pueden negociar a un precio superior al límite y una propuesta de venta no se puede negociar a un precio inferior al límite. Una orden limitada se ejecuta inmediatamente si existe contrapartida a ese precio o mejor. Si no hay contrapartida o ésta no es suficiente en cuanto a volumen, la propuesta o la parte restante de ésta quedará en el libro de órdenes esperando contrapartida.
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Ordenes de mercado: propuestas que se negocian contra las mejores órdenes del lado contrario del mercado.
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Ordenes por lo mejor: estas propuestas se introducen sin precio, limitándose al mejor precio de la parte contraria del mercado.
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- Condiciones de las propuestas:
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Ejecutar o anular: el volumen de la propuesta que no se ejecuta en el momento de ser introducido en el mercado, es rechazada por el sistema.
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Ejecución mínima: en este tipo de propuesta hay una condición inicial, si en el momento de la introducción de la propuesta no se negocia un volumen fijado como mínimo, la propuesta completa es rechazada por el sistema.
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Todo o Nada: es un caso especial de las órdenes con mínimo en el que el mínimo coincide con el total de la orden.
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Con volumen oculto: se le puede asignar a una propuesta un volumen que el resto del mercado no puede ver y que irá saltando al mercado a medida que la parte visible de la propuesta se vaya negociando.
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El inversor puede modificar todos los datos de una propuesta introducida y no negociada, excepto el sentido (compra o venta) y el valor sobre el que se quiere negociar. La modificación de precios y los incrementos de volumen derivan en una pérdida de prioridad.
Es posible cancelar la parte pendiente de una propuesta o un grupo de propuestas.
Al introducir una orden es posible determinar la duración de la misma: válida para la sesión en curso, válida hasta una fecha determinada y válida hasta 90 días.
La información abundante y oportuna a disposición del público inversor es fundamental para alcanzar la transparencia de los mercados. La mayoría de edad de un mercado se mide por su transparencia y por su liquidez, conceptos muy relacionados entre sí.
La L.M.V. contempla la transparencia como uno de los principios inspiradores del mercado español. Su artículo 35 se refiere a la información que deben facilitar los emisores admitidos a cotización. La O.M. de 18/1/91 desarrolla el contenido y forma de publicar dicha información. El R.D. 726 de 23/6/89, por su parte, establece en su artículo 14 la responsabilidad de las Bolsas de difundir la información relativa a las operaciones que tengan lugar en el mercado, a través de los medios más adecuados. Varias circulares de la Bolsa y la CNMV detallan estas obligaciones informativas de los distintos componentes del mercado. La información es, por tanto, una de las materias más reguladas del mercado de valores, por la importancia que tiene para su propia supervivencia.
De entre la gran cantidad de información disponible podemos destacar algunos grandes factores que afectan principalmente a las cotizaciones de las empresas contratadas. En primer lugar los beneficios de las empresas y los tipos de interés vigentes: en segundo lugar el entorno económico nacional e internacional; y por último el entorno político y social del momento.
En la Bolsa se valoran diariamente de modo objetivo todas las empresas cotizadas. En esta valoración se tiene en cuenta no tanto la situación actual o pasada de la empresa sino su capacidad de generación de beneficios en el futuro. La Bolsa valora expectativas y las confirma cada día con los datos reales.
En ese sentido, la publicación periódica de los beneficios en las empresas y su comparación con los beneficios pasados y con otras empresas del sector son un dato básico para el inversor. Puesto que las valoraciones que hacen los analistas de los precios de las compañías se basan en general en métodos de descuento de flujos financieros, habrán de tenerse presente las previsiones de beneficios proporcionadas por las propias empresas, junto con las estimaciones realizadas por los analistas.
Por otra parte, la evolución de los tipos de interés es un factor clave para entender el comportamiento de la Bolsa. Como regla básica, hay que recordar que la subida de tipos provoca bajadas en los precios de los valores cotizados y viceversa.
El clima económico del país influye y refleja simultáneamente el comportamiento de las empresas. El sentimiento de los inversores sobre la posible evolución de la economía del país en su conjunto se deriva en una tendencia a comprar y vender valores en el mercado, lo que presiona al alza o a la baja sobre los precios. Este entorno económico se resume periódicamente en la publicación de datos macroeconómicos por parte de distintas organizaciones. Las cifras de paro, la inflación, el comportamiento de los consumidores, la cartera de pedidos de las empresas y otros muchos indicadores han de manejarse a la hora de aventurar una previsión del comportamiento de la Bolsa.
En una economía cada vez más global, más internacional, la Bolsa es cada vez más permeable al comportamiento de otros mercados financieros.
Las inversiones en proyectos empresariales necesitan contar con un marco de estabilidad y confianza en el que desarrollarse en el largo plazo. La incertidumbre es enemiga de la inversión. Cuando las circunstancias políticas y sociales no son capaces de garantizar un cierto clima de estabilidad en las políticas económicas y en la legislación que afecta a las empresas, éstas eluden afrontar proyectos de inversión que les permitan incrementar su competitividad y sus beneficios. En resumen los datos macro y micro y el comportamiento de los mercados internacionales han de mantenerse dentro de la perspectiva que ofrece la coyuntura política y social del país.